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(...) A los varones, los ayudábamos a patrullar. Nosotras las mujeres nos defendíamos, tu misma tenías que andar cuando te mandaban, y si eras sola, tenías que hacer igual que hombre (...)"

                                                     Campesina entrevistada por la Comisión de la Verdad y 

                                                     Reconciliación CVR



La guerra civil interna azotó la sierra peruana  con suma violencia entre los años 1982 y 1994, especialmente los departamentos de Ayacucho, Junín y parte de la selva, una debacle que arrastró  a la muerte, saqueo y  aniquilación sistemática  a comunidades andinas  enteras que se vieron forzadas a tomar las armas sin siquiera tener conciencia plena de seguir las órdenes del Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso ni de las Fuerzas Armadas del gobierno de turno. Así, los campesinos fueron obligados a dejar sus chacras y someterse a una vida militarizada (ejercicios, entrenamientos,  vigilancia, etc.) lo cual alteró su vida y cotidianeidad para siempre, duras heridas que hasta aun hoy  no cicatrizan. Para enfrentar las fuerzas senderistas, se instauran las rondas campesinas o contrasubversivas alentadas por el Estado que les dio licencia para matar por autodefensa convirtiéndolos en actores reales de la guerra interna. En este contexto, surge la identidad del guerrero contrasubversivo o Comando que margina a las mujeres  en la construcción de la historia oficial de la guerra armada enfatizando el heroísmo masculino; Sin embargo, en la sierra de Ayacucho, algunas viudas y mujeres solteras fueron obligadas a participar en las rondas y acompañar a las patrullas recibiendo incluso entrenamiento en el manejo de armas por los propios ronderos o militares. En este sentido,  ya no solo los varones  estaban jugando con múltiples identidades masculinas (guerrero, héroe, militar, defensor, etc.), sino también estas mujeres presionadas a redefinir sus roles y asumir labores de autodefensa. "Las mujeres también se hicieron machos " en  lo concerniente a vigilancia y arreglo de conflictos  cotidianos intracomunales.  Así, al devenir macho-guerrero, las mujeres tuvieron intervención directa en la guerra asumiendo una carga adicional a las tareas tradicionales  relaciobadas con la reproducción y el cuidado de los hijos, papel determinante que aun permanece relegado a la sombra de la memoria oficial.

Como simulacro, Transversiva Post Andina Revolucionaria se  concibe como un homenaje a  la imagen de la mujer campesina eclipsada en la construcción de la historia oficial de la guerra civil  interna tomando como referencia el caso real de Tarcila Rojas Llactahuamán de Ticllas alias Comanda Tarcila , campesina ayacuchana, primero desplazada y luego entrenada  por los militare, quien asumió el cargo de Comanda en Mayo de 1993.





                                                                                                                      Héctor Acuña 









TRANSVERSIVA POST ANDINA REVOLUCIONARIA

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